sábado, 4 de abril de 2020

El sofisma de la in-seguridad democrática



La única manera de entender una seguridad democrática es cuando los ciudadanos de un país se cuidan a sí mismos y a los demás sin necesidad de tener unas fuerzas armadas con muchos miembros y armas.

Muchos países dedican gran parte de su población, dinero y esfuerzos para lograr “paz” por medio de guerra, armas, etc., entre ellos, Israel, Estados Unidos, y Colombia.

La carrera armamentista es injusta porque se dedican los dineros públicos para la guerra y los armamentos, pero no para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, para ofrecer mejores condiciones de trabajo, estudio, salud, etc.

Los seres humanos que no ven garantizados sus derechos humanos y fundamentales para acceder a trabajo y educación de alguna manera buscarán lograr hacer reconocer sus derechos, algunos de buenas maneras con marchas, paros, entre otras formas, pero otros individuos reclaman atender sus necesidades básicas de maneras violentas o delictivas (por ejemplo, los grupos ilegales como los paramilitares y las guerrillas).

El discurso de la seguridad democrática es un sofisma porque la violencia genera más violencia sobre todo cuando los derechos humanos no son garantizados por el Estado y por las empresas privadas. La paz se construye con elementos de trabajo, de estudio, con discursos, ayuda humanitaria, etc., no con armas ni con guerras.

El costo de aviones de guerra y algunos tipos de armas es más costoso que brindar a los ciudadanos lo necesario para que ellos puedan conseguir satisfacer sus necesidades.

Las propuestas populistas de los seguros de desempleo solo buscan obtener mayor cantidad de votos y no beneficia a los más pobres sino a los empresarios. El Estado no puede ser alcahuete de los desempleados, por el contrario, las personas necesitan empleos dignos de seres humanos con prestaciones sociales, superior a dos salarios mínimos, con jornadas de trabajo no mayor a siete u ocho horas diarias, en fin, con calidad de vida. También es importante brindar subsidios para alimentación, transporte, vivienda, educación, recreación, etc. mediante las cajas de compensación familiar.

Por lo general, el pueblo (la base de la pirámide social) es quien paga los platos rotos y no los empresarios y terratenientes. En algunos países la educación que ofrecen es para “idiotas” y el trabajo es para “esclavos”.

Pienso que la economía misma puede mejorar si a los que están en la base de la pirámide se le brinda mayores posibilidades de acceder a sus derechos y recibir un salario justo pues quien gana mayor cantidad de dinero (educado también para usarlo de manera adecuada) es de suponer que gastará ese dinero haciendo crecer (y mover) la economía de un país.

La guerra y la corrupción están deteriorando cada vez más la economía de muchos países y nos hace caer en un círculo vicioso en el que siempre nos obliga a seguir en guerra, en la pobreza, en el atraso, etc.

Además, se necesita para los países latinoamericanos una reforma agraria que permita suplir la demanda de alimentos del mundo. Podemos aprender de países como Nueva Zelanda, Australia y Suecia en este sentido y de las comunidades agrícolas judías (los quibutz), rechazando el monocultivo y creando granjas ecológicas y autosostenibles. La crianza de conejos brinda fertilizante para los cultivos y la apicultura unida a la floricultura nos da la posibilidad de sacar buen provecho del campo al igual que la piscicultura. El ganado bovino, porcino y caprino ayuda a desertizar los suelos y solicitan mayores cuidados y gastos que los peces, aves y conejos.

El gastado discurso de la seguridad democrática de manera indirecta le hace pensar a los ciudadanos que no están seguros y que necesitan tomar las armas (o conseguir quien tome las armas por ellos) para poder defenderse de una realidad circundante que es (supuestamente) insegura y por ello surgen grupos paramilitares, milicias, empresas de seguridad privada, etc. Es impresionante que en algunos países por donde quiera que uno vaya encuentra vigilantes, policías y militares (dizque trabajando) y en cambio observa mucha gente desempleada o en la miseria. A pesar de tanta gente armada muy frecuentemente la gente observa delincuentes cometiendo algún delito cerca de la fuerza pública y ellos ni se inmutan por lo sucedido y se contentan con decirle a las personas que pongan un denuncio.

La fuerza pública de Colombia está conformada tan solo por 400.000 personas y los grupos ilegales no son tantos tampoco, pero en cambio la cantidad de personas pobres son casi la mitad de los colombianos y el desempleo y el subempleo aumentan cada vez más.

Considero que ha llegado el momento de cambiar las armas por elementos de estudio o de trabajo. Es increíble que un país como el nuestro dedique más presupuesto a sostener su “maquinaria bélica” que Estados Unidos y otros países y para muchos no es un secreto que algunas personas han convertido la guerra en un negocio que solo hace ricos a unos pocos a cambio de la vida y la sangre de muchos.

No conozco mucho sobre las guerrillas y grupos ilegales, pero a veces me pregunto que tal vez existan para defender al mismo pueblo que es perseguido, torturado y asesinado por Estados que acaban con su propio pueblo.

Hoy en día las ideas y el conocimiento (el entretenimiento no se queda atrás) mueven el mundo, lo malo es que los delincuentes de cuello blanco hacen suyas las ideas de los ciudadanos de bien y de los intelectuales. Y sino que lo diga Hitler desde lo que queda de sus huesos.

Alguna vez me gustaría preguntarles a los violentos si es que les produce satisfacción o placer ver a su pueblo y a sus hermanos bañados en la sangre que ellos hacen derramar.
Los horarios de trabajo de muchos empleados les impide tener el adecuado reposo para su mente y cuerpo y el compartir suficiente tiempo con sus familias (sobre todo con sus hijos, lo cual es un problema grave para la educación de los hijos). Por eso en la mayoría de los países desarrollados las personas trabajan solo 6 o 7 horas diarias.

Es perverso el fanatismo de algunas personas al convertir la política en religión o la religión en política con fanatismo que lleva a la autodestrucción y a una mentalidad cerrada en la que otros tipos de pensamiento o de actuaciones no tienen lugar y por ello quieren desaparecer del mapa a las personas que difieren de nuestros puntos de vista.

La justicia cojea porque a los asesinos paracos o guerrilleros les dan casa, carro y beca y no pagan con cárcel sus delitos, pero en cambio otras personas que han cometido delitos excarcelables los tienen pudriéndose en las cárceles.

Gracias Hitler por tener el país vuelto m...

Colombia y en especial Medellín son los lugares de la eterna primavera. Pues bien, siendo así no tenemos una ciudad llena de jardines ni de flores. Que bueno sería cambiar las espadas por arados y las armas por jardines. Sería maravilloso si en nuestro país tuviera más jardineros que desempleados y que actores del conflicto armado.



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